La mente es un maestro de la manipulación, poniéndote pequeñas trampas y distorsionando ciertas necesidades por carencias y debilidades de ti mismo.
Con los acontecimientos de estos días viene el recuerdo de momentos difíciles en los que mi ex pareja estuvo siendo consuelo, el cómo siento necesidad de que haya alguien que me abrace y calme mi tristeza y cuide mi llanto, pero bajo esos recuerdos hay realidades crueles que mi mente trata de ocultar los cuales me esfuerzo por mantener presentes.
Cuando mi abuelo falleció estuviste ahí a mi lado si necesitaba café me servías, si tenía hambre me llevabas comida algo que mi mente lo cataloga como una hermosa compañía, pero en el momento que decidí quedarme por la noche con mis papás me atacaste diciendo que seguramente quería quedarme porque alguien “especial” llegaría a verme y lo haría mientras tú no estuvieras y por eso yo quería quedarme. Los encantos son eso encantamientos que endulzan la percepción de la realidad. Pasados dos años falleció mi abuela la misma historia todo un encanto hasta que la molestia fue porque no habías desayunado, él hacerme sentir que era una mala esposa y mamá por desatender a mis hijos y esposo no dándoles de comer en el día en que era el entierro de mi abuela dice mucho de la empatía que sentías hacia mi dolor y como comprendías mi sentir.
Los sentimientos con todo lo que sucedió en estos días han sido tantos que a ratos me siento tranquila porque sé que esta vez hice todo lo que estuvo a mi alcance para estar con mi familia hasta el sentirme sola por no tener ese abrazo de quien te haga sentir segura nunca, ni cuando tuve a alguien. Darme cuenta que aunque hubiera alguien en veces pasadas ahora es mejor es ridículamente doloroso. Mente deja de jugar con mi corazón, corazón deja de necesitar cosas que no necesitamos más.