Ella no callaba porque lo tenía todo, no sabía que era perder algo, no sabía que era necesitar algo.
Ella sabía que a pesar de decir mucho dentro de ella faltaba algo y es que no tenía con quien compartir lo que tenía, su alma era un vacío, un reflejo de un abismo que con el tiempo se había transformado en algo oscuro y enfermo. Un día vagando entre sus pensamientos, hablando con tantos tratando de obtener un poco atención y confort para aliviar el frío que sentía por dentro sintió una luz que hervía su sangre, una luz que le hacía sentir calidez y algo tan incontrolable que podía sentir como moría por dentro, estaba segura pero a la vez tenía miedo de no entender y perder la poca cordura que un podía mantener.
Su confusión la atormentaba cada segundo que pasaba y sintiéndose tan plena no dudó en buscar de dónde venía esa luz, pasó la noche buscando y conforme pasaron las horas y la noche acabó ella supo que en ese amanecer se había esfumado para siempre lo único que siempre había querido tener y supo que era perder algo, supo que era necesitar algo y entonces supo que ella había muerto y que todo era un sueño, que un día en su desesperación cayó en su vacío y nunca regresó, porque no vuelves de donde hay dolor.
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